Fotos de Familia

Foto
Compartir! |

Luis Giglio,a la izquierda, centro Chiquilito,y a la derecha Juliàn Safont, los tres guardavidas de la Bristol.Foto Olga 1960. María Elena Giglio

« Foto Anterior: 8601
Foto Siguiente: 8603 »

5 Comentarios

  1. Julián dice:

    GIGLIO ; UN CÉLEBRE APELLIDO EN EL MUNDO DE LOS GUARDAVIDAS MARPLATENSES.

    El guardián de la playa

    “Los guardavidas tienen su propia leyenda en Mar del Plata. Desde el famoso Negro Pescador hasta don Florindo Giglio,” estos guardianes del mar forman parte de la mejor cara de nuestra ciudad.
    Los rayos tibios del sol ya invadieron de luminosidad todo el paisaje de la playa y tam­bién se clavan despiadados so­bre los altos edifi­cios de la costa. Es temprano y la arena, en la que hoy no descansa casi nadie, se apresta en unos días más a ser invadida por quienes eligen estas pla­yas para pasar sus vacacio­nes y dorar su anatomía, cerca del centro, sin perder de vista el Hotel Provincial o el Casino.
    Florindo Giglio está por demás acostumbrado a es­tos primeros días de tem­porada en los que la rutina es tranquila y se puede to­mar sol a gusto, recostado en una reposera. El hombre no es turista, no; es guarda-vidas y uno muy especial.
    Tiene 67 años y ésta será la cuadragésimo séptima tem­porada con el salvavidas bajo el brazo, el silbato colgado del cuello, la des­colorida malla azul y el mismo papel que le asig­nan los turistas que están bajo su cuidado: el de pa­trón de la playa. “Vengo de una familia de guardavidas. Mi hermano Luis entró en 1936 como profesor de natación en la pileta de la rambla vieja. José empezó en la Playa Popular en 1947 y el fina­do Alfredo, el boxeador, por esos años también se sumó a la actividad”, cuenta Florindo, el menor de once hermanos. O me­jor dicho, Floro, como lo bautizaron ni bien pisó la arena hace casi medio si­glo atrás.
    “También, con ese nom­bre…”, sonríe entre mate y casa, y, por ahora, lejos del mar.
    “A la rosca (salvavidas) la agarré por primera vez para trabajar en serio, en la tem­porada 49/50. Antes iba a la playa pero para estar con mis hermanos. Ellos me en­señaron todos los secreto-del oficio: cómo agarrar y de dónde a la persona que se está ahogando, cómo tranquilizarla, cómo llevarla hasta la orilla, la respiración boca a boca, muchas co­sas…”, dice el benjamín de una familia de lobos de mar. Hoy, como desde el principio 47 temporadas atrás, el popular Floro custodia las aguas que chocan contra el espigón N°4, a pasos del Hotel Provin­cial. Aprendió a nadar en el Arroyo Las Cha-cuando la flecha lí­quida todavía surcaba de cara al cielo la ciu­dad.

    MEMORIAS DE UN VETERANO

    Con sesenta y siete eneros a cuestas, Fioro es el guardavidas más antiguo en acti­vidad que hay en to­da la costa marplatense. “Si el presi­dente, que tiene mi edad, no se siente viejo, yo le voy a meter pata hasta el 2014, como dice ¿bromea Giglio sobre la persona con la que com­partió más de una tarde de sol y tru­co a fines de los setenta, cuando el otro era un preso político que pen­saba más en su libertad que en la reelección?
    Su rosario de anécdotas, co­mo las marcas que dejó el mar en su cuerpo, es casi innumera­ble. “Fui testi­go de la pri­mera mujer que usó una bikini en Mar del Plata; fue una tarde de 1956 en el bar Carlitos. ¡No sabes el lío que se armó…!”. Este hombre de piel firme, musculoso y abuelo de Lau­ra —”la única mujer que me enloqueció en mi vida”, según dice—, cuando des­plaza su figura en la playa genera un singular respeto y admiración. “He cosechado muchos amigos a lo largo de todos estos años. Me ha venido a saludar gente a la que le enseñé a nadar hace como treinta años, acompa­ñados de sus hijos. Me llena de satisfacción porque sig­nifica que lo que uno hace le sirve a los demás y lo va­loran, y no hablo de salvar a alguien que se está ahogan­do, hablo de un hecho tan simple como enseñar a na­dar”.
    Pero, ¿cuándo fue la última vez que se tiró al agua para un rescate?
    Por primera vez en la entre­vista, la sonrisa se borra de la cara de Floro. Acusa el impacto. Pero saca fuerzas y contraataca. “Trabajo a la par de mis compañeros.
    Y si tengo que tirarme al agua, me ti ro. No tengo ningún pro­blema”.
    El lobo de mar está herido en su amor propio y las pa­labras salen de su boca co­mo truenos. “Soy el prime­ro en hacer las pruebas anuales de revalidación, no quiero que nadie piense que soy un guardavidas de are­na. Saben que a mi no me tienen que pedir velocidad, porque ya no la tengo, pero me sobra experiencia, algo fundamental en esta profe­sión”.
    Floro se calma. Su voz re­cupera el tono amable y hasta confianzudo. El sabe y está acostumbrado a los triunfos. Su vida parece es­tar abrazada a la victoria. A lo largo de casi cinco déca­das, le ha arrebatado más de tres mil vidas al gigante que vigila de sol a sol.
    LA PASIÓN DEL MAR
    Después de casi medio si­glo tan cerca, para Giglio el mar es más que el cordón umbilical que lo une tres meses al año. “Es una nece­sidad irresistible. No conci­bo la vida sin el mar, sin vi­sitarlo y mirarlo con la vis­ta fija para estudiarlo un poco más” a las olas y a la espuma del mar. Las páginas más im­portantes de la historia de su vida están mojadas por el agua salada. “En invierno anduve varios años en lanchas pesqueras, por lo que al mar lo conoz­co muy bien. Cuando lle­gue la hora del retiro, me va a costar irme, me va a ti­rar…”, confiesa Giglio, quien para mantenerse, cuando el sol se aplaca en invierno, se viste de pintor. Y eso a pesar de que es uno de los devotos del dicho: **E1 guardavidas nada (ver­bo) en verano y nada (ad­verbio de negación) en in­vierno”.
    Aunque conoce el mar co­mo nadie, aclara que para prevenir accidentes lo fun­damental es no darle ningu­na ventaja. “Tenes que te­ner los ojos siempre puestos en el agua. Si lo contro­las, sabes quién pude llegar a tener problemas, quién no va a poder salir. Ahí con un toque de silbato lo manejas. Claro que esto no te llega solo, son años de experien­cia. Lo que le falta a los más jóvenes, a esos rápidos y musculosos”, ironiza. Y aunque le falta poco para el retiro, por supuesto que Floro ni piensa en la posi­bilidad de quedarse sin mar. Es un tesoro que vigila desde hace 47 años, con alegrías y tristezas. ” “Y sí —asegura—. Sin el mar cerca, yo no puedo vi­vir”.

    FUENTE : toledocontodos

    Prof. Julián Mendozzi.

    November 12, 2013
  2. Lic.Angel J.Somma dice:

    Como eran los Guardavidas del ayer en la Brìstol,(año 1915),podemos observarlo en la foto 4175,enviada por el Sr.Martín Monterisi.

    http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/4175

    November 12, 2013
  3. Lic.Angel J.Somma dice:

    Una imagen de antiguos Guardavidas,(año 1893),la podemos ver en la foto 6719,enviada por el Sr. Josè Alberto Lago.

    http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/6719

    November 12, 2013
  4. Lic.Angel J.Somma dice:

    En la foto 4617,enviada por el Sr. Carlos Alberto de Adà,podemos ver a “Bañeros” de otros tiempos.

    http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/fotos/4617

    November 21, 2013
  5. Patricia Giachino dice:

    Si habre nadado con Floro, mi papa era el administrador del Balneario No.2 de la Bristol por 18 años y yo naci practicamente ahi..que hermoso recuerdo…!

    March 28, 2014

Comentá esta foto

Click here to cancel reply.

Sitio Web

Fotos de Familia es un servicio del diario La Capital de Mar del Plata